(Referencias tomadas de la Biblia-Reyna-Valera-1960, salvo indicación expresa)
Por: D. J. Urosa
Un fariseo le preguntó al Señor Jesucristo “Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.” (Mateo 22:36-37). Aquí hay algo que llama la atención. El fariseo preguntó por el primer mandamiento en la ley, refiriéndose a la ley de Moisés, pero el Señor Jesucristo fue más extenso en Su respuesta al ir más allá de lo que el fariseo esperaba, pues en el versículo 38 dijo “Éste es el primero y grande mandamiento.” y luego, en el 39 completó Su respuesta agregando: “Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Llama la atención el que Jesús haya dicho “y el segundo…”, ya que el fariseo le había preguntado sólo por el primer mandamiento. El Señor Jesucristo aprovechó la oportunidad para transmitir un mensaje a la posteridad y anunciar que ahora sólo se contemplan dos mandamientos y no diez como en la ley Mosaica. Sin embargo, en el versículo 40 dijo: “De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas”, con lo cual resumió toda le ley de Moisés y los libros proféticos en estos dos mandamientos.
Algunas religiones toman el enunciado del primer mandamiento dado por el Señor Jesucristo en Mateo y lo colocan en sustitución del primero en la ley de Moisés. Esto despertó mi curiosidad. ¿Por qué sustituir el enunciado del primer mandamiento? ¿Será porque Jesucristo dijo que de estos dos mandamientos depende la ley y los profetas? Puede ser, pero aún así hay algo extraño. ¿Conoce usted cuál era el primer mandamiento en la ley? Vamos al libro de Éxodo y lo averiguaremos.
Éxodo 20:3 No tendrás dioses ajenos delante de mí.
Este es el primer mandamiento en la ley, pero no parece tener una relación muy evidente con aquel que Jesucristo pronunció en Mateo así que, sigamos leyendo para ver si se aclara el asunto. Los siguientes dos versículos dicen así:
Éxodo 20:4-5 No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás…
¡Ahora comienzo a entender! Dándole un vistazo a los templos de estas iglesias algo salta a la vista: ¡están llenos de imágenes de “dioses ajenos”!, y enseñan a sus seguidores a adorarlas e inclinarse a otros dioses distintos al Dios verdadero. ¡Sorprendente, estas religiones enseñan a sus seguidores a actuar en contra de la voluntad de Dios y tratan de esconderlo! Si no hubiera escudriñado Las Escrituras, tal vez nunca me hubiera dado cuenta de esto. En la Biblia Nueva Versión Internacional (NVI), este versículo se traduce así: “No tengas otros dioses además de mí.”
Investigué para ver si la Palabra de Dios tenía más argumentos al respecto y… Efectivamente, los tiene, y en abundancia. Por ejemplo, miremos lo que dice Salmos:
Salmo 115:3-8 Nuestro Dios está en los cielos; Todo lo que quiso ha hecho. Los ídolos de ellos son plata y oro, Obra de manos de hombres. Tienen boca, mas no hablan; Tienen ojos, mas no ven; Orejas tienen, mas no oyen; Tienen narices, mas no huelen; Manos tienen, mas no palpan; Tienen pies, mas no andan; No hablan con su garganta. Semejantes a ellos son los que los hacen, Y cualquiera que confía en ellos.
Creo que agregar algún comentario estaría demás. Sólo resaltaría esto: “Semejantes a ellos son los que los hacen, Y cualquiera que confía en ellos”. Creo que a Dios no le deben agradar mucho estas religiones que se oponen a Su voluntad. Recuerdo unas palabras del Señor Jesucristo: “El que no es conmigo, contra mí es…”
Isaías 44:9-11 Los formadores de imágenes de talla, todos ellos son vanidad, y lo más precioso de ellos para nada es útil; y ellos mismos son testigos para su confusión, de que los ídolos no ven ni entienden. ¿Quién formó un dios, o quién fundió una imagen que para nada es de provecho? He aquí que todos los suyos serán avergonzados, porque los artífices mismos son hombres. Todos ellos se juntarán, se presentarán, se asombrarán, y serán avergonzados a una.
Adorar imágenes es una abominación a Dios. Por más que sea una práctica común, y tradicionalmente auspiciada por “grandes religiones” y hombres con apariencia de piedad, esta es contraria a la voluntad de Dios. Dicen que “una mentira repetida cien veces termina por ser creída”, pero lo cierto es que sigue siendo mentira. Hechos 5:29 declara que “es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres”.
Le dejo otras referencias bíblicas para que pueda edificar la verdad de Dios en usted.
Hechos 15:19 y 20; 29: 23 al 41 – 1 Corintios 8:4 a l6; 10:19 – 1 Juan 5:21 - Deuteronomio 4:23; 27:15 – Isaías 30:22; 42.17; 44:10 al 20 – 2 Crónicas 14.1 al 5;– Salmos 78:56 al 59; 97:5 al 7; 106:36.
El Dios verdadero y Padre de nuestro Señor Jesucristo bendiga su vida abundantemente y le abra puertas en Su Palabra. Amén.
Si es de su interés conocer más acerca de la Palabra de Dios, estoy a su orden. Puede llamarme por los Tlfs. 0414-840.83.23 / (0293) 417.76.33 ó escribir a mi correo electrónico: danielurosa@hotmail.com
jueves, 23 de octubre de 2008
viernes, 12 de septiembre de 2008
Relaciones Laborales: un enfoque en la Palabra de Dios
Por: D. J. Urosa
La palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Así dice Hebreos 4:12, en una clara ilustración de la profundidad de la eficacia que tiene la Palabra de Dios. La palabra “discernir” en este versículo es la palabra griega kritikos (de donde viene la palabra criticar) que significa juzgar. No hay cosa alguna que no pueda ser juzgada por la Palabra de Dios; ya sean las cosas intencionadas como las no intencionadas. La Palabra de Dios ha sido escrita sólo para los creyentes, ya que a los que no creen en ella les da igual si existe o no. Sin embargo, con un mínimo de sentido común, podemos apreciar los beneficios de sus consejos y declaraciones. Por ejemplo, en nuestra vida diaria sería de gran estima poder “discernir” la forma más apropiada de relacionarnos con otras personas. Este discernimiento es un asunto espiritual, sin embargo, adquirir instrucción mediante la lectura (preferiblemente guiada) de la Palabra de Dios, resulta en una ayuda tan “viva y eficaz” como cualquier cosa que venga por vía de revelación directa del Espíritu Santo de Dios.
La palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Así dice Hebreos 4:12, en una clara ilustración de la profundidad de la eficacia que tiene la Palabra de Dios. La palabra “discernir” en este versículo es la palabra griega kritikos (de donde viene la palabra criticar) que significa juzgar. No hay cosa alguna que no pueda ser juzgada por la Palabra de Dios; ya sean las cosas intencionadas como las no intencionadas. La Palabra de Dios ha sido escrita sólo para los creyentes, ya que a los que no creen en ella les da igual si existe o no. Sin embargo, con un mínimo de sentido común, podemos apreciar los beneficios de sus consejos y declaraciones. Por ejemplo, en nuestra vida diaria sería de gran estima poder “discernir” la forma más apropiada de relacionarnos con otras personas. Este discernimiento es un asunto espiritual, sin embargo, adquirir instrucción mediante la lectura (preferiblemente guiada) de la Palabra de Dios, resulta en una ayuda tan “viva y eficaz” como cualquier cosa que venga por vía de revelación directa del Espíritu Santo de Dios.
En Mateo 18 se encuentra descrito el procedimiento que se debe aplicar en la Iglesia, en los casos donde los creyentes asumen comportamientos incorrectos, no cónsonos con la Palabra de Dios (pecados). Sin embargo, este mismo procedimiento (como cualquier otro en la Palabra) funcionará eficazmente en nuestra vida cotidiana, fuera de la Iglesia, si lo extrapolamos a los casos pertinentes, como por ejemplo en el de las relaciones interpersonales o institucionales, ya que la Iglesia también es una institución y por tanto se producen relaciones interpersonales constantemente. Los hermanos cristianos de la Iglesia son a las instituciones o empresas los compañeros de trabajo, los pecados son las faltas de los trabajadores a los reglamentos internos y la autoridad de la Iglesia bien se representa por el jefe o gerente institucional. Teniendo estas analogías en mente, leamos lo que dice el libro de Mateo.
Mateo 18:15-17 15 Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. 16 Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. 17 Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano.
La sola sustitución de las analogías en estos versículos ya deja claro el procedimiento para ser aplicado en el orden laboral, sólo queda saber qué son gentiles y publicanos para armar el contexto completo. Los gentiles y publicanos, en pocas palabras, son los no creyentes, los que desconocen la Palabra y por tanto son personas ajenas a la Iglesia, que no pueden ser juzgados como cristianos.
Si pudiéramos adaptar línea a línea las analogías en estos versículos a los fines de los requerimientos laborales, a modo de reglamento interno, un gerente podría redactarlos así:
Por tanto, si un trabajador viola las reglas, ve y repréndele estando tú (el gerente) y él (el empleado) solos; si te oyere, has ganado a tu empleado. Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. Si no los oyere a ellos (los testigos), dilo a la asamblea directiva; y si no oyere a la asamblea, ponlo a la orden de la autoridad competente.
Estos versículos advierten un cierto carácter de autoridad y efectivamente eso es lo que pretenden, pero no se debe entender la autoridad como una práctica despótica de dominio, sino, como una hábil capacidad de dirección. Aquel que ejerce la dirección de un grupo de trabajo debe hablar claramente y con autoridad, no con un aire de verdugo implacable, pero si cuidando de asegurar el respeto de sus subordinados.
Tito 2:15 Esto habla, y exhorta y reprende con toda autoridad. Nadie te menosprecie.
Todo este procedimiento debe ser aplicado con respeto, más bien procurando corregir y darle oportunidad al empleado de superarse, y siempre buscando el mejoramiento de las relaciones de amistad y amor fraterno entre compañeros de trabajo y entre estos y su jefe. Más grandes cosas se consiguen con amor que con odio. Más gana el que edifica que el que acusa.
Romanos 14:19 Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación.
Regularmente suele ser una tarea laboriosa mantener la paz en un grupo de personas que piensan distinto, que tienen costumbres distintas e intereses distintos, y que sin embargo deben dirigir sus labores a la consecución de objetivos comunes. Todo esto se puede complicar un poco más si además el grupo se compone por personas de diferentes sexos y además considerables diferencias etarias. Será conveniente entonces, autoentrenarse en la humildad y la sencillez a fin de minimizar la típica “arrogancia jefatural” y valerse de una buena estrategia de trato personalizado según cada caso lo amerite.
1 Timoteo 5:1-2 1No reprendas al anciano, sino exhórtale como a padre; a los más jóvenes, como a hermanos; 2a las ancianas, como a madres; a las jovencitas, como a hermanas, con toda pureza.
Los grandes líderes buscan el conocimiento de “todo bien preciado y agradable” para hacerse de la fuerza que da la sabiduría, por eso comunmente manifiestan el característico vigor del hombre docto en aquello en lo cual se desempeña. Para ello suele ser prudente y atiende a buenos consejos (como la Palabra de Dios), mismos que aplica con ingenio para enfrentar las adversidades y salir victorioso de esas situaciones laborales incómodas.
Proverbios 24:3-6 3Con sabiduría se edificará la casa, Y con prudencia se afirmará; 4Y con ciencia se llenarán las cámaras De todo bien preciado y agradable. 5El hombre sabio es fuerte, Y de pujante vigor el hombre docto. 6Porque con ingenio harás la guerra, Y en la multitud de consejeros está la victoria.
Sin hacer más reflexiones personales, quiero compartirle algunos versículos finales, que por sí solos dirán más de lo que mi limitado entendimiento pudiera expresar. Tenga en consideración que estas son las “Palabras de Dios” y dificulto que alguien, distinto a Dios y a Su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, pueda dar mejores consejos. Ponga su fe (del Gr. Pistis: creencia, confianza) en la Palabra de Dios para que sea de provecho en su vida y en las vidas de quienes le rodean.
Hebreos 4:2 Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe [creencia, confianza] en los que la oyeron.
Filipenses 2:3-5 3Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; 4no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros. 5Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús.
2 Corintios 13:11 Por lo demás, hermanos, tened gozo, perfeccionaos, consolaos, sed de un mismo sentir, y vivid en paz; y el Dios de paz y de amor estará con vosotros.
Colosenses 3:16-17 16La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría…17Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.
El Dios y Padre Todopoderoso bendiga su vida, en el nombre de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Amén.
Nunca la Profecía fue traída por voluntad humana
(Referencias tomadas de la Biblia, versión Reyna-Valera, 1960)
Por: D. J. Urosa
Por: D. J. Urosa
Muchas personas dudan de la autenticidad de la Palabra de Dios. Estas personas piensan que Dios no tuvo nada que ver con las Sagradas Escrituras, de allí que insistan en decir que “la Biblia fue escrita por hombres iguales a nosotros”, con lo cual tratan de quitarle a la Palabra de Dios su carácter de haber sido “inspirada por Dios” y bajarla al nivel de simple razonamiento humano. V. P. Wierwille dijo que este era el mayor problema espiritual del hombre, no creer que “La Palabra de Dios es la voluntad revelada de Dios”. La incredulidad es la razón por la que muchas personas nunca encuentran a Dios, pues lo buscan en muchos sitios, menos donde Él está, o de otra manera, buscan donde “hablan de Dios”, no donde habla Dios.
La Palabra abunda en exhortaciones, testimonios y evidencias (que pueden corroborarse), que se constituyen en fuertes pilares de apoyo para que las personas puedan creer en la procedencia espiritual de las Escrituras. Dios no pretende que usted tenga fe ciega. Dios edifica su creencia con hechos. - La palabra fe es la palabra griega “pistis” que significa creencia, confianza o convicción -
Uno de los casos más dramáticos en la Palabra es el del Apóstol Pablo. Su nombre original era Saulo y este asolaba a la iglesia y perseguía a lo cristianos. Saulo no creía en la predicación del Señor Jesucristo y Sus Apóstoles, por lo que atentaba constantemente contra ellos y contra el cristianismo. Después de haber solicitado y conseguido orden oficial para perseguir a los cristianos en Damasco, partió, “Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues…” (Hechos 9:3-5). En ese momento, Saulo recibió instrucciones precisas del Señor Jesucristo. Se trataba de algunas profecías que se cumplirían en el transcurso de los próximos tres días (lea la historia en Hechos 9: 1-31). Los hechos convencieron a Saulo de tal manera que llegó a ser uno de los más fervorosos apóstoles de Jesucristo, de manera que los cristianos decían, ”Aquel que en otro tiempo nos perseguía, ahora predica la fe que en otro tiempo asolaba” (Gálatas 1.23).
Pablo ha sido el “hombre de Dios” que más revelaciones ha recibido en esta era conocida como “Iglesia de Gracia” o simplemente “Era de Gracia”, de modo que, todas las epístolas eclesiásticas (desde Romanos hasta 2 Tesalonicenses) le fueron reveladas a él. Este hombre totalmente convencido y transformado dijo: “Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según hombre; pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo” (Gálatas 1: 11 y 12).
Esta es la esencia de este asunto. Ciertamente, Dios no ESCRIBIÓ, sino, REVELÓ Su voluntad a través de Su Santo Espíritu o a través del Señor Jesucristo a algunos hombres, los cuales, asumieron la tarea de dejar todo por escrito a la posteridad. Es por ello que usted y yo podemos, hoy en día, conocer la Palabra y saber cuál es la voluntad de Dios. Tan sencillo como grandioso. Así es Dios.
Siendo la Palabra de Dios la Voluntad revelada de Dios y no simple razonamiento humano, entonces Esta no admite interpretaciones privadas, es decir la Palabra de Dios no está sujeta a interpretaciones personales o de razonamiento humano. La misma Palabra lo advierte en 2 Pedro 1:20: “Entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.”
Podemos tener confianza (pistis) en la Palabra de Dios, porque Dios mismo se ha encargado de demostrarnos con los hechos que Él es digno de la mayor credibilidad y confianza, y que Su Palabra es verdad. ¿Si lo que la Biblia dice ha sido el producto de simple razonamiento humano, cómo podemos explicar el cumplimiento cabal y al pie de la letra de las profecías? Piénselo, es un reto, no se lo atribuya a la casualidad, pues esto sería un hecho aún más impresionante. Reflexione sobre este versículo del libro de Romanos:
“Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa.” Romanos 1:20
El Dios fiel bendiga su vida abundantemente, en el poderoso nombre de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Amén.
Procura con diligencia
Por: D. J. Urosa
El versículo que vamos a examinar en esta oportunidad está en la 2da epístola de Timoteo, capítulo 2, versículo 15. Este versículo nos instruye acerca de la forma como debemos asumir los asuntos de Dios. Es una cualidad resaltante de la Palabra de Dios indicar siempre qué hacer, cómo hacerlo y para qué hacerlo. La Palabra de Dios siempre tiene un propósito para todo lo que dice, cómo lo dice, cuándo lo dice, dónde lo dice, a quién se lo dice y por qué se lo dice.
Relájese, regocíjese, está usted a punto de conocer parte de lo que el mismo Dios engrandeció por sobre todas las cosas: “Su nombre y Su Palabra” (Salmos 138:2).
2 Timoteo 2:15
Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.
Note que el versículo no dice “procura con negligencia…”, sino, con DILIGENCIA. La palabra “diligencia” en este versículo es la palabra griega – spoudazo – que significa usar velocidad, ser pronto o ferviente, ser solícito, diligente. Esta palabra le imprime un impulso a nuestra mente. Es Dios haciéndonos la exhortación a buscar Su conocimiento, Su voluntad, pues sólo así tendremos la oportunidad de presentarnos ante Él aprobados. Después de todo ¿cómo vamos a hacer la voluntad de Dios si no sabemos cuál es Su voluntad? Entonces, ¡SEAMOS DILIGENTES!
Ser diligente no debe dejarnos la impresión de atropello o desorden. Este trabajo diligente es más bien meticuloso, detallista; no es pasar por encima de las cosas a grandes trancos para llegar rápido... (¿A dónde?). Ser diligente se refiere con más exactitud a no dejar las cosas de Dios para después. Esto se puede ver si seguimos examinando el versículo. La Escritura dice que procuremos presentarnos aprobados A DIOS, no a los hombres. Es necesario tener nuestra conciencia clara. Efesios 6:6 lo dice así: “no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos [del griego “doulos”] de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios”. Al hombre (la gente) puede no parecerle de su agrado que usted busque a Dios y haga su mejor esfuerzo (spoudazo) en conocerlo, pero no olvide que el Juicio Final estará en manos de Dios y no de los hombres.
La Palabra dice: “…aprobado, como obrero…” aquí está el corazón de lo que significa ser diligente (spoudazo). Piense en el trabajo de un OBRERO. ¿Fija el obrero su atención en la culminación de toda la obra? NO. De esto se ocupa el “dueño de la obra”. El obrero se concentra en el detalle, por ejemplo, pegar un ladrillo. El obrero hace el trabajo menudo, se hace experto en los detalles, trabaja en su “pequeña labor” de manera impecable. Un ladrillo colocado por un buen obrero queda firme, bien alineado y facilita la colocación de los demás ladrillos y el trabajo de los otros obreros. Un obrero “de primera” entiende que su sólo trabajo no hace la obra completa, pero la avanza más rápido o más lento, dependiendo de su DILIGENCIA.
Un obrero diligente es aprobado porque es eficiente y eficaz, su obra es impecable, sin mayores errores, no presenta demoras, no estorba el trabajo de otros obreros y usa los recursos de forma adecuada, de manera que este “no tiene de qué avergonzarse”.
Un obrero de Dios es un servidor (doulo) responsable que “usa bien la Palabra de verdad”. Esta expresión es la traducción de la palabra griega “orthotomeo”, la cual significa: cortar de forma precisa, dividir correctamente. Así, “usar bien la Palabra de verdad” implica dividir correctamente la Palabra de Dios. Vamos a ampliar esto.
Dividir correctamente la Palabra implica tomar la sección correcta y exacta de la Palabra de Dios que se aplica a una situación específica. Esto debería dejarnos la acertada sensación de que mientras más conozcamos la Palabra de Dios, más respuestas correctas tendremos para entender las situaciones que se presentan a diario en nuestras vidas y, en consecuencia, será más fácil y eficaz la solución de nuestros problemas. Piénselo un momento, ¿Quién es mejor que Dios para darnos consejos y salidas para solucionar nuestros problemas? ¿Usted cree que hay alguien que puede dar consejos más exactos y eficaces que Dios?
¿Cómo está su vida? ¿Ha considerado prestarle atención a Dios para ver qué tiene para usted? ¿No sabe por donde empezar? Mire lo que dice 1 Pedro 1:20 “Entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada”. Por aquí debemos comenzar. Lo primero que alguien debe entender cuando va a estudiar la Palabra de Dios es que Ésta no admite interpretación privada, es decir, no está sujeta a interpretaciones personales. ¿Entonces en qué quedamos? Debemos buscar a quienes ya han sido correctamente instruidos en el conocimiento de la Palabra de Dios para que nos guíen en Su estudio. Dice Mateo 7:7 y 8 “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá”.
Alguien dijo “Por largo que sea el camino, siempre comienza con el primer paso”. ¡Grandioso, dé el primer paso! ¡BUSQUE! Recuerde “buscad, y hallaréis”.
Dios bendiga su vida abundantemente. En el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén.
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